La intención de tener total control del ciberinfinito, como fuente de poder, mantiene a Europa en constante estado de alerta. La guerra cibernética en el viejo continente cuenta con oponentes bien definidos: por un lado, Rusia, que ya ha dado muestras de su capacidad de provocar una catástrofe informática; por el otro, Occidente.
Como consecuencia de los conflictos en el ciberespacio, gobiernos e instituciones pueden sufrir la caída de sus sistemas informáticos. Y la credulidad de actores políticos, está expuesta a la difusión de noticias falsas.
Según Julian King, Comisario Europeo de Seguridad de la Unión Europea, es necesario crear una revolución en ciberseguridad. Para ello, se requiere destinar más presupuesto y fortalecer el trabajo conjunto, compartiendo información de manera permanente.
Por su parte, Thomas Reinhold, del Instituto para la Investigación de la Paz y la Política de Seguridad de la Universidad de Hamburgo, sostuvo que “el tráfico de armas convencionales debe ser controlado. Es urgente que los actores no militares desarrollen los medios para revisar y monitorear los ataques cibernéticos”. Así como advirtió que no habrá una solución, si los países de todo el mundo no dejan de impulsar la guerra cibernética.
Con información de: DW.