La cruda realidad del primer empleo en Ciberseguridad

Por Daniel Monastersky

En los últimos 10 años fui testigo de una paradoja que desafía toda lógica: mientras las amenazas digitales evolucionan a velocidad vertiginosa, nuestro sector mantiene barreras anacrónicas que ahogan el talento emergente. Esta no es una observación casual; es el resultado de años viendo cómo el potencial extraordinario se desvanece ante requisitos arbitrarios y expectativas irracionales.

Permítanme ser brutalmente honesto: el ecosistema de ciberseguridad en Latinoamérica está fundamentalmente roto. No hablo desde la comodidad de la teoría académica, sino desde la frustración visceral de ver cómo, día tras día, perdemos talento excepcional por un sistema que se ha vuelto patológicamente adverso al riesgo y criminalmente cortoplacista.

Exigimos experiencia previa para roles junior, certificaciones prohibitivamente costosas para posiciones de entrada, y años de práctica para amenazas que ni siquiera existían hace seis meses. Lo absurdo de esta situación debería ser evidente para cualquiera con un mínimo de perspectiva crítica.

La realidad en Argentina es especialmente delicada. Mientras nuestras empresas lamentan una supuesta «escasez de talento», tenemos una generación entera de  jóvenes apasionados por la seguridad digital atrapados en un limbo kafkiano: demasiado novatos para ser contratados, demasiado valiosos para ser ignorados. Este es el tipo de contradicción que desafía no solo la lógica empresarial, sino el sentido común más básico.

El mercado laboral actual en ciberseguridad ha revelado una paradoja alarmante que ya no podemos ignorar: el 80% de las posiciones supuestamente «junior» exigen entre 2 y 3 años de experiencia comprobable. Esta estadística desafía el propósito mismo de una posición de entrada.

Las consecuencias de esta miopía institucional son devastadoras y multifacéticas:

  1. Estamos creando una generación de profesionales frustrados que terminan abandonando el campo o emigrando a mercados más racionales.
  1. La realidad es implacable: las empresas están pagando con brechas de seguridad su resistencia a la innovación.
  1. El ecosistema completo se está estancando en un ciclo de mediocridad autoimpuesta, donde la «experiencia» se valora más que la capacidad de innovación.

El camino hacia la transformación que nuestra industria necesita no es tecnológicamente complejo – las herramientas y el conocimiento están a nuestro alcance. Lo que veo que escasea es la voluntad institucional para desafiar las convenciones establecidas. He identificado tres áreas críticas que demandan intervención inmediata:

– Programas de primer empleo REALES, no esas pasantías explotadoras que pagan en «experiencia».

– Mentoría estructurada donde los seniors REALMENTE dediquen tiempo a formar nuevos talentos.

– Evaluaciones basadas en potencial y no en años acumulados calentando una silla.

Y aquí viene la verdad incómoda que nadie quiere enfrentar: esto va a costar dinero. Sí, formar talento nuevo es más costoso que contratar «experiencia». Pero ¿saben qué es infinitamente más costoso? Un incidente de seguridad porque tu equipo está tan encasillado en «mejores prácticas» obsoletas que no pudo ver la amenaza emergente.

He sido testigo directo de equipos «junior» resolviendo en horas problemas que equipos «senior» ni siquiera podían conceptualizar. ¿Por qué? Porque no estaban limitados por el peso muerto del «siempre se ha hecho así».

El momento de cambiar es ahora. No necesitamos otro whitepaper, otra conferencia, otro panel de expertos discutiendo el problema. Necesitamos acción concreta:

– Si sos empleador: crea ese programa de primer empleo. Ahora.

– Si sos senior: dedica tiempo real a mentorear nuevos talentos.

– Si sos junior: no te disculpes por tu falta de experiencia. Tu mirada innovadora es un activo, no un pasivo.

La próxima vez que tu equipo de RRHH te diga que no pueden encontrar «talento calificado», preguntales cuántos potenciales talentos han rechazado por no tener «experiencia suficiente».

La ciberseguridad no es un club exclusivo; es una necesidad crítica en un mundo cada vez más digital. O abrimos las puertas al nuevo talento, o nos preparamos para un futuro donde nuestra capacidad de defensa estará severamente comprometida.

Y si este artículo te parece demasiado directo o crítico, bien. Ya es hora de que alguien diga las cosas como son.

¿Quién se atreve a ser parte del cambio?

En lo personal, ya he tomado mi decisión. Esta no es solo una crítica más en el vacío; es una declaración de intenciones y un compromiso firme con la transformación que nuestro sector necesita desesperadamente. En los próximos meses, estaré lanzando iniciativas concretas para abordar esta problemática de frente.

El camino será desafiante, pero la alternativa – mantener el status quo – es simplemente inaceptable. Esta es una invitación abierta a todos aquellos que comparten esta visión: profesionales senior dispuestos a mentorear, empresas listas para innovar en sus procesos de contratación, y especialmente a aquellos talentos emergentes que han sido sistemáticamente excluidos.

Los que me conocen saben que cuando me comprometo con una causa, voy hasta el final. Esta vez no será diferente. La pregunta es: ¿me acompañarán en esta cruzada por el futuro de nuestra industria?

Estén atentos. El cambio comienza ahora.​​​​​​​​​​​​​​​​

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